El se llama Antonio Arellano, nacido en Trujillo y que como muchos de nosotros decidió dejar familia y amigos en Perú, todo para buscar un futuro mejor en Italia. Llego con la esposa y comenzó a trabajar en prueba en una fabrica donde notaron inmediatamente su capacidad y fue contratado formalmente. Unos años mas tarde decidió dar el gran paso y abrir muy cerca al Vaticano un pequeño negocio de reparación de zapatos. Muchos fueron los que no creyeron en su idea y no veían gran futuro en un minúsculo espacio y sobre todo en una calle pequeña y sin mayor importancia en Roma. Pero fue allí que comenzaron a venir los vecinos, en su mayoría gente anciana y algunos religiosos y monjas que encontraban rapidez en su trabajo a precios muy convenientes…fue así que un dia vino un religioso …se llamaba Padre Ratzinger, era uno que no hablaba |
Espero que con esta historia, se sientan tan orgullosos como me sentí yo al saber de Antonio…un Peruano lejos de su patria, un extranjero, uno como nosotros.
Humildad y perseverancia nos pueden llevar a alcanzar grandes e inesperados logros personales.
Hugo Tapia Cuba