Tuve un sueño en el que estaba vestida de princesa con corona y cetro. Pero aparentemente había perdido mi zapato de cristal. Con un zapato puesto, me hacia loca buscando por el otro debajo de la cama, detrás de los muebles… por todas partes. De pronto vi que una mano me entregaba una sandalia vieja, polvosa y hasta manchada de sangre. Inmediatamente le dije “eso no es mío”; “busco por mi zapato de cristal”.
A lo que Su voz contestó: “Si quieres ser mi discípula, debes dejar de buscar lo que piensas te va a quedar mejor y desistir de tratar de ser una reina o princesa y pensar mejor que serás una sirviente como lo fui yo”.
Es difícil para nosotros entender que Dios pudo haber enviado a Su propio hijo para que nazca en un pesebre rodeado de animales y en una cueva para servir a toda la humanidad como ultimo sacrificio.
Tendría mas sentido – por nuestra lógica humana – que El Rey de reyes nazca en un palacio rodeado de súbditos y con toda pompa y gloria.
Y sin embargo, nos pasamos la vida entera tratando de convertirnos en reyes y reinas. Ser números uno. Para que la gente nos admire y nos trate bien.
Todo lo contrario de lo que Dios quiere de nosotros. Que nos convirtamos en servidores para hacia los demás.
Es imposible hacer esto a menos que aprendamos a ser humildes. Pero hasta nuestra idea de humildad ha sido corrupta. Ser humildes no quiere decir que con cabeza baja dejemos que la gente haga lo que quiera con nosotros.
La clase de humildad que Dios quiere de nosotros es la de total sumisión y rendimiento frente a Sus preceptos y voluntad.
Humildad requiere obediencia y obediencia demanda humildad.
Entonces Dios me dijo al final del sueno: “Te he vestido con humildad cuando te encontré desnuda con vanidad”.
Humildad tiene mas que ver con obediencia y servicio que con vergüenza y falsa modestia. El ser humildes es tratar siempre ser como Jesús fue….
Grace Guthrie has written a weekly column for 8 years and just published her book; "The Way I See It". www.letgracebewithyou.com